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Lugares de interés: Palacio de Aldovea

La edificación principal del Soto de Aldovea es el castillo, un edificio de planta cuadrangular con torres cuadradas en las esquinas cuya construcción pudiera datar de finales del siglo XI, principios del XII.

Esta hermosa edificación aún recuerda en su apariencia a la antigua fortaleza medieval con sus cuatro torres de defensa que en el siglo XVIIII fue transformada en palacio de recreo por el arquitecto Virgilio Rabaglio, y que en la actualidad pertenece a propietarios particulares.

Un poco de historia…

En base a su toponimia se ha planteado la posibilidad de que en el lugar existiese un asentamiento islámico, formado por una atalaya y una alquería, aunque esta teoría carece de evidencias documentales y arqueológicas.

La documentación de los siglos XVI y XVII sí permite afirmar que en Aldovea existió un castillo o casafuerte, probablemente de origen bajomedieval, perteneciente al arzobispado de Toledo.

En el siglo XVII, el infante cardenal don Fernando de Austria, hermano de Felipe IV, amplió el edificio transformándolo en palacio, llevando a cabo las obras algún arquitecto relacionado con Juan Gómez de Mora.

A mediados del siglo XVIII, el infante cardenal don Luis de Borbón y Farnesio, acondicionó el palacio como lugar de recreo, encargándose del proyecto el arquitecto italiano Virgilio Rabaglio, uno de los colaboradores de Sacchetti en las obras del Palacio Real, y responsable de otros trabajos ligados a la familia real, como el palacio de Riofrío o la reforma de las casas del Príncipe Pío y los duques de Osuna, en la cuesta de la Vega de Madrid.

Rabaglio aprovechó la estructura del castillo y su ampliación del XVII, con la regularización de su planta y proporcionando al edificio un volumen unitario con una planta cuadrangular organizada alrededor de un patio central.

Dispuso la entrada en la fachada este a través de un zaguán empedrado cuadrado con comunicación directa con los tres corredores del patio, uno de ellos porticado, desde el cual se accede al jardín. A la derecha del zaguán se localiza una escalera que desciende a la bodega.

La fachada principal se organiza en tres cuerpos, siendo el central de dos plantas, mientras que en los extremos se sitúan las torres cuadradas, sobresaliendo en altura. La portada está rematada por un frontispicio partido, con el escudo de los Borbones, sobre el que se ha colocado una corona real y un capelo cardenalicio sostenido por dos angelotes.

El diseño de Rabaglio presenta grandes coincidencias estéticamente con el palacio de Riofrío, aunque al no ser Aldovea un palacio real en sentido estricto es mucho más modesto en cuanto a su tamaño, los materiales utilizados y su decoración interior. Al abandonar el infante don Luis la vida eclesiástica en 1754, el palacio entró en decadencia al permanecer su uso asociado al arzobispado de Toledo.

En 1802 el Soto de Aldovea fue adquirido por Manuel Godoy, quien a su vez lo vendió en 1804 a la Corona, agregándose así al Real Sitio de San Fernando. Con motivo de la desamortización de los bienes de la Corona, el palacio fue vendido en subasta en 1869, y fue comprado por José Francisco de Pedroso, marqués de San Carlos.

Se inició la recuperación de la finca, transformando una gran parte de su extensión en regadíos, plantándose viñedos y construyéndose caballerizas, un tentadero e incluso un picadero. Asimismo, se reparó el palacio, realizándose seguramente entonces la ampliación de su altura.

Finalmente, en 1902, el palacio pasó a manos del I duque de Tovar, Rodrigo Figueroa y Torres, llevándose a cabo una nueva reforma para adaptarlo a los nuevos usos de la aristocracia de principios del XX. Manuel Medrano Hueto fue el arquitecto encargado de las obras, redecorando su interior y dando un aire barroco castizo al exterior.


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